La pornografía consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o
simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante
terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza
la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se
dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para
otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a
unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta
Grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la
distribución de material pornográfico (Catecismo de la Iglesia católica No.
2354)
Es un grave pecado contra el Sexto Mandamiento.
"La pornografía pervierte las relaciones humanas, se basa en la
explotación de las personas, crea actitudes antisociales, anula el sentido
moral y no puede llevar a relaciones maduras, pues se basa en el egoísmo y crea
una auténtica dependencia" (Arzobispo Foley, Presidente del Pontificio
Consejo para las Comunicaciones Sociales).
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